martes, 1 de marzo de 2011

SEIS PROBLEMAS PARA DON ISIDRO PARODI - BORGES, BOY CASARES



Este libro, "Seis Problemas para Don Isidro Parodi", aparece dentro de la obra del gran Jorge Luís Borges. Sin embargo, apareció en 1942 bajo el pseudónimo de H. Bustos Domecq, ya que en realidad, no es obra solamente de este autor, sino de su unión con otro escritor argentino, para muchos desconocido a pesar de su genial obra, Adolfo Bioy Casares.

Ambos escritores, amantes del género policíaco, aunaron sus plumas en varias ocasiones, y ésta es una de ellas, un libro conformado por seis relatos breves en el que, el hecho de que apareciese firmado por un pseudónimo común nos indica que no es posible atribuir, ni siquiera por partes, a uno sólo de ellos.
En esta ocasión existe un fondo común a todos los relatos: en la celda 273 de la Penitenciaría Nacional, se halla encarcelado, al parecer injustamente, D. Isidro Parodi, antiguo barbero que actúa como detective sin siquiera abandonar su reclusión, resuelve los casos utilizando la lógica, gracias a las visitas que los propios afectados, por recomendación de un periodista que posteriormente se nutre de las resoluciones, realizan a nuestro protagonista para detallarle los hechos.
En el primero de ellos "Las Doce Figuras del Mundo", habrá de enfrentarse a un caso de asesinato durante el acto de iniciación de un joven en una secta.Le sigue "Las Noches de Goliadkin", en el que un actor de teatro relata su visión de un asesinato y el robo de una joya durante un viaje en tren.

A continuación "El Dios de los Toros" nos pasea por un caso acerca de la desaparición de una cartas comprometedoras y la aparición de un cadáver.En "Las Previsiones de Sangiácomo", un aparente suicidio da lugar a las pesquisas de nuestro particular detective.El quinto relato, "La Víctima de Tadeo Limardo", nos cuenta otro caso de asesinato, esta vez en una pensión.Y finalizamos nuestro libro con "La Prolongada Búsqueda de Tai An", de nuevo robos de joyas, en este caso un talismán sagrado, y nuevos cadáveres cuya muerte hay que resolver.
Pero no es la resolución de los casos, interesante de todas formas, lo que llama la atención de este libro, sino la exquisitez de los relatos en sí: toda una galería de personajes, lugares y hecho, desfilando ante nuestros ojos mediante las descripciones que los propios implicados realizan en la celda 273.

Sólo tiene una pequeña pega, cuya culpa no es de la obra sino mía propia: son autores argentinos y, por tanto, utilizan la lengua propia de esta tierra, con lo cual existen multitud de palabras cuyo significado desconozco y he tenido que buscar, aunque en ocasiones no es difícil inferirlos por el contexto.
En resumen, una obra amena fruto de las plumas de dos genios, con la que pasar un buen rato recreándose en cada línea.
 

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